Santa María duerme
a orillas del Buen Ayre
en su veinticinco de mayo
en el beso de Rodin,
y sus grises intensos
se le trepan al llanto,
en su juicio
en su indulto
en los treinta mil.
Santa María sueña
con los laureles del himno,
y en su grito sangrado
se sabe morir,
en su puño en alto
en su alto Obelisco
en sus abuelas de ronda
y en su sentir.
Santa María acuna, se acuna y es cuna
de plumas, de notas
de letras, de luz
la tinta es su sangre
su voz los acordes
de un tango
de un verso
y de algún adiós.
Santa María llora
a sus muertos amados,
en tumbas ilustres
en bares sin voz,
Palermo sin Borges
sin él, Recoleta
un sitio vacío
la Viela sin dios.
Santa María derrapa
en su locura andante
de calles hambrientas
de rutas sin sol.
9 de julio engorda
Rivadavia se alarga
Costanera se duerme
a orillas del Buen Ayre
en su veinticinco de mayo
en el beso de Rodin,
y sus grises intensos
se le trepan al llanto,
en su juicio
en su indulto
en los treinta mil.
Santa María sueña
con los laureles del himno,
y en su grito sangrado
se sabe morir,
en su puño en alto
en su alto Obelisco
en sus abuelas de ronda
y en su sentir.
Santa María acuna, se acuna y es cuna
de plumas, de notas
de letras, de luz
la tinta es su sangre
su voz los acordes
de un tango
de un verso
y de algún adiós.
Santa María llora
a sus muertos amados,
en tumbas ilustres
en bares sin voz,
Palermo sin Borges
sin él, Recoleta
un sitio vacío
la Viela sin dios.
Santa María derrapa
en su locura andante
de calles hambrientas
de rutas sin sol.
9 de julio engorda
Rivadavia se alarga
Costanera se duerme
Charcas me abrazó